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domingo, 18 de junio de 2017

Wang Ling: Dos poemas







Los muertos están muertos, esto es irrevocable...

Los muertos están muertos, esto es irrevocable
e inútil lamentarlo.
Pero los vivos no cesan de suspirar
pensando en ellos.
Así lloraron siempre sobre esta tierra
y seguirán llorando.
Rota la cuerda lastimera vibra sin fin,
el canto doloroso de los vivos se repite, sin término.
Son los ojos de los hombres los que lloran,
pero las lágrimas suben del corazón.
Las detenemos un instante,
pero jamás podremos ahogar su veneno profundo.


Versión castellana de María Teresa León y Rafael Alberti
En Poesía china, Editorial Losada, Buenos Aires (2015)






Sequía y calor canicular

Impotente el bochorno
para matar el calor,
vuelve a volar el sol poniente
por encima de la montaña.
Gran temor sí que tiene el hombre
de hallar secos el río y el mar.
¿No tenéis, cielos, lástima
de ver agotada la Vía Láctea?
Lleva acumulada en su cumbre
la cordillera Kunlun* nieve eterna.
De la lejana isla Penglai**
una constante frescura emana.
Siendo imposible llevar conmigo
al mundo entero,
¿cómo podría permitirme
ir a disfrutarla en exclusiva yo solo?


*   Cordillera que atraviesa las provincias de Xinjiang, Qinghai y el Tíbet.
** Una de las tres islas imaginarias en el mar Amarillo donde viven, según la leyenda, los seres inmortales.

Versión castellana de Alfredo Gómez Gil
En Antología poética de las dinastías Tang y Song
Miraguano Ediciones, Madrid (2009)



WANG LING
(1032–1059)
Originario de Guangling (hoy ciudad de Yangzhou, provincia de Jiangsu).
Maestro de escuela. Poeta de la Dinastía Song