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jueves, 6 de diciembre de 2018

Carlos Latorre: Dos poemas y una carta de despedida de Francisco Madariaga







El amor y todo


Bella como las mujeres que aparecen en los sueños de los buscadores de oro,

honda como la música de la obsesión surgiendo de los bares portuarios entre copa de delirio

y humo de restos de perdición,

así es tu vida cazadora de instintos extremos indispensables para hilvanar hilos de vida,

hilos de amor,

hilos de pensamientos sospechosamente atractivos.

Tu boca devuelve palabra por palabra,

beso por beso,

ambos tendientes a demostrar la existencia de los cuatro elementos

y los cinco sentidos

y son tus manos las que echan leña a la hoguera

o destruyen

sin compasión

los botes del naufragio, no siempre imprevisto.

Pero aún así,

por tu solo consentimiento puedo llegar a sacrificar la ciega bestia de mi libertad

o falsear toda verdad

o todavía matar el tiempo que ya no me puede matar.


En Los cuadernos del azar (1975)
Textos de Carlos Latorre en puesto de libros usados de Buenos Aires, marzo de 2018










Tren de vida


Todo lo que ya agotó mi pasión,

ahora lo explora mi inteligencia.

¿El resultado?

Hasta aquí una artera respuesta tan distante de la

magnitud de lo gustado

como puede estarlo la razón de la esencia de lo secreto

y sus dientes ferozmente apretados.

Una montaña no es su ladera visible,

la que si bien es cierto,

denuncia su forma,

no da cuenta del material soterrado

o corazón,

corazón de hombre,

antológicamente considerado.

Lo mismo sucede con el río que,

agua por fin,

es también vena de sangre a su modo;

o con un océano de lágrimas

o con una cuchilla de carnicero

o de tierra,

de tan erizada, erguida punta de hierro.

Inútil poner a cualquiera de espaldas

o volverles la cara;

lo que guarda la entraña, nada ni nadie lo separa,

y lo que la entraña rechaza es lo que deriva entre la mera idea

y la sola palabra.

Debe ser como decía:

consigna o fatalidad,

todo lo que ya agotó mi pasión

—viva todavía—,

ahora lo explora mi inteligencia

¿Morir?

Morir es vivir otra experiencia.


En Campo de operaciones (1973)

Retrato de Carlos Latorre









Carta de despedida de Francisco Madariaga, a la muerte de su amigo

Carlos Latorre se va hacia otra aventura.


“¿Pero qué es el pormenor de la ausencia? Las personas no mueren, quedan encantadas”. “Y cuando un día debe morirse, habrá de sentir nostalgia de tanta cosa”, decía el gran escritor Joao Guimaraes Rosa a través de uno de los personajes de una obra. Y ahora Carlos Latorre, que ya seguramente en esta mañana de Buenos Aires, estarás arreglando cuenta con la vida al nivel del horizonte, preparándote para la hora de la Resurrección de todos los muertos, es decir, de todos los sueños… Y como es cierto lo que decía Baudelaire que “la Poesía es la negación de la iniquidad”, una parte de este misterio vital de todos los hombres, la Poesía, se nos aleja hoy contigo, se nos hace subterránea y de aire libre, pasa a otra aventura, a otro coraje, a otra bondad. A otra contra-iniquidad. Y como todo fue verdadero, libre y límpido entre tú y tus amigos, y como sé que nunca olvidas lo que ha dicho nuestro querido Alberto Vanasco: “la amistad de los poetas es lo mejor de la poesía”… por tantas cosas, hoy te pedimos en esta pequeña oración:

TEN NOSTALGIA DE NOSOTROS, DULCE Y BRAVO LATORRE.



Texto de Francisco Madariaga leído en el entierro de Carlos Latorre en el Cementerio de la Chacarita en Buenos Aires el 3 de enero de 1980.
Retrato de Francisco Madariaga en el litoral argentino.